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LA VUELTA A LA VIDA DE LAS POLLERÍAS

Actualizado: 2 dic 2020

Los restaurantes de San Juan de Lurigancho cerraron sus puertas gracias al Covid-19, lo que llevó que muchos empresarios cerraran indefinidamente, no había ingresos y cada vez se veía más lejano regresar. ¿Todas las pollerías corrieron con la misma suerte?


Pollo a la brasa, imagen referencial.

Fuente: Camila Santos


Quién hubiera pensado que el domingo quince de marzo cambiaría toda la realidad que conocían. Liliana Pareja Cuadros (58) fue sorprendida con el decreto de estado de emergencia mientras trabajaba en el negocio que maneja hace veinte años, la pollería Kocoroco. Por lo que se vio en la obligación de cerrar inmediatamente, dejándola sin opción a reclamo.


Ese día no le fue muy bien en el local porque las ventas se habían reducido. Además, tenía una mala racha desde que inició el mes debido a la alarmante situación del Covid-19.

Frontis de la pollería Kocoroco. Fuente: Carlos Santos

“Pensé, ¿y ahora qué hago?, me quedaré con productos que se van a malograr, ¿cómo vamos a sobrevivir?”, mencionó Liliana Pareja. Mientras tanto no podía dejar de pensar en sus trabajadores, ¿de qué forma les iba a ayudar? Decidió que les daría todos los productos que tenía para que puedan abastecerse hasta que el restaurante volviera a funcionar. Simultáneamente, se aprobó un bono para los trabajadores, por lo que recibieron el dinero emocionados. Por otro lado, los dueños también recibieron el bono, por lo que en este caso decidieron dárselo a sus trabajadores para que puedan superar esta situación.


LA CONFIANZA ROMPE MUROS

Conforme pasaron los días, semanas y meses, cada vez se veía más lejos que volvieran a abrir las puertas. Puesto que los casos de infectados y muertos aumentaban en su cuadra. Sin embargo, llegó el día que el Gobierno anunció la reactivación de algunos negocios. Por lo que los restaurantes esperaban su fase respectiva para regresar a trabajar. Pero, en este caso prefirieron esperar a que se normalizara un poco, antes de iniciar.


“Mientras que esperábamos a que las cosas mejoraran, el Estado otorgó a las empresas un préstamo, llamado Reactiva Perú”, comentó Liliana. Lo que permitió que pudiera acatar los protocolos de seguridad requeridos para reabrir las puertas del local y realizar las pruebas rápidas, con unos resultados negativos.


Local de la pollería Kocoroco. Fuente: Carlos Santos

Sin embargo, la nueva normalidad les chocó fuertemente. Los primeros días tuvieron que adaptarse tanto a los nuevos medios de entrega como de difusión. El delivery fue su fuerte mientras que lo que más costó fue comunicar a sus clientes que ya habían iniciado por redes sociales, ya que no estaban acostumbrados a los medios de comunicación.


Los ingresos no eran suficientes para pagar los préstamos. Pero, se tuvo una grata bienvenida por parte de sus clientes, quienes extrañaban el pollo a la brasa del restaurante. Actualmente, continúan con la pollería en compañía de su familia y sus trabajadores, que estuvieron ahí gracias a la confianza y ayuda que les dieron desde un principio.


EL OTRO LADO DE LA CUADRA

En la cuadra 15 de Las Flores se encuentra La Pollerona, restaurante que lleva trabajando 4 años cuyo administrador se llama Mario Criollo Se han llevado el cariño de los vecinos dada su trayectoria en Lima.

Mario Criollo en La Pollerona Fuente: Mario Criollo

Por lo tanto, cuando se anunció el estado de emergencia generó incertidumbre tanto en su personal como en su público.


“Fue un momento difícil para todos nosotros, por el alquiler y los pedidos que tendríamos”, mencionó Mario. Esto los llevó a cerrar las puertas hasta próximo aviso, noticia que fue publicada en sus redes sociales y de esta manera mantener informados a sus clientes. Por lo pronto, su principal preocupación fueron sus trabajadores. “No se les pagó a los trabajadores en los meses de marzo a abril, más allá de su quincena en marzo y los bonos del 35%”, agregó Mario Criollo.


Mientras esperaban a que los meses pasaran, el día de activación laboral había llegado. Por lo que llamaron a sus trabajadores que se encontraban en planilla. Sin embargo, solo lograron contratar al 50% del total. “Algunos trabajadores se fueron a sus tierras” añadió.

Fuente: Camila Santos
Personal de La Pollerona en el local. Fuente: Mario Criollo

Gracias a que se encontraban activos en sus redes sociales, anunciaron que serían los primeros en abrir sus puertas, una vez que completaran los protocolos de salubridad. Lo que ocasionó felicidad para los clientes que morían por probar sus platillos favoritos. Desde el primer día las ventas aumentaron considerablemente. Esto fue beneficioso ya que pudieron recompensar las inversiones previas y esperan a que las ventas continúen de la misma forma para fin de año.


Tanto como en los dos negocios mencionados, esta situación ha sido difícil para todos los restaurantes de Lima, dada la nueva actualidad que atravesamos. Sin embargo, los protocolos y medios son similares, lo que los diferencias son las decisiones que toman para su negocio.

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